viernes, 9 de noviembre de 2012

La mejor protección de la víctima: quitar al agresor sus ganas de matar

¿Cómo protegemos a alguien de una persona dispuesta a matarla y suicidarse después? Parece obvio que endurecer las penas no intimida a este perfil de maltratador. Quizá habrá quien piense que el atentado de las Torres Gemelas se pudo haber evitado, pero ¿cómo detienes a alguien sin antecedentes que tiene el firme y fanático propósito de matar como un kamikaze? Si bien en la Asociación VISC rechazamos equiparar la violencia de pareja con el terrorismo, porque son fenómenos estructuralmente distintos, sí podemos comparar la determinación íntima del asesino que atenta por una causa religiosa con la determinación íntima de un maltratador que mata a su pareja por una causa que para él, en el momento del crimen, se vuelve más importante que cualquier ley: el impulso neurótico de castigar lo malo. A menudo pensamos que la denuncia es la única herramienta que tenemos para proteger a una maltratada, pero ni con eso logramos garantizar su seguridad. Recordemos a las 7 víctimas de este año que sí habían denunciado. Y aún así, tras cada suceso, autoridades y políticos repiten la misma letanía: que denuncien, o ellas o sus familiares y vecinos. Así cargamos toda la responsabilidad de esta muerte sobre la propia víctima y su entorno. Y en realidad, deberíamos admitir que ofrecemos una ayuda muy limitada y defectuosa cuando sólo somos capaces de hacer algo, y no siempre eficaz, cuando una mujer denuncia.

Les invitamos pues a hacer algo distinto. Como ya no podemos salvar a las 40 mujeres que han muerto este año ¿qué haremos a partir de ahora por las mujeres que, con previsiones realistas, morirán el año que viene si nada lo impide? ¿Lo mismo de siempre? Un sabio decía que no puedes obtener resultados diferentes haciendo lo mismo una y otra vez. En la Asociación VISC tenemos varias ideas, algunas de las cuales ya ponemos en práctica y representan un enfoque diferente:

VISC es una asociación de afectados por la violencia de pareja sin distinción de género con 3 objetivos básicos:

• Asesorar a las víctimas sobre cómo enfrentar con seguridad una relación violenta, tanto si deciden separarse, como si no.
• Obtener información sobre la personalidad maltratadora para favorecer la investigación de terapias específicas eficaces.
• Orientar a los agresores que desean cambiar sobre el funcionamiento de su trastorno, pues la consciencia contribuye a un mayor control.

¿Por qué nos centramos en los CELOS?

• Es el síntoma más común a agresores y agresoras
• No hay terapias eficaces contra los celos patológicos agresivos, cosa que explicaría el bajo éxito de los protocolos de reinserción.
• No existen asociaciones contra los celos y esto desampara a los celosos y a sus parejas que sufren por este problema y no encuentran ayuda gratuita para enfrentarlo.
• Muchas víctimas no reconocen un problema de maltrato, pero sí de celos agresivos, de modo que al contactar con nosotros visibilizan su situación y acceden a un primer asesoramiento para escapar a salvo de esa relación.

¿Qué propuestas concretas hacemos a los gobiernos para contribuir a una protección más eficaz de las víctimas?

1º) Que se continúe con las políticas de igualdad pero respetando el artículo 14 de la Constitución, sin discriminaciones por sexo.
2º) Que se abran centros de investigación y tratamiento centrados en combatir la personalidad maltratadora o que se habiliten módulos en prisión con ese fin.
3º) Formar a ex maltratadas como mediadoras en acogida y acompañamiento de nuevas víctimas.
4º) Organizar y estimular concursos públicos anuales de propuestas contra la violencia de pareja
5º) Habilitar teléfonos de información sobre celos patológicos donde se atienda a agresores y víctimas de ambos sexos.
6º) Editar folletos de información para padres incidiendo en la prevención del trato que genera personalidades maltratadoras.
7º) Diseñar nuevas propagandas de concienciación dirigidas a agresores y víctimas para motivarlos, de un modo pedagógico, a buscar ayuda, recordando que la víctima quiere ayudar a su agresor, no denunciarle. Sólo de este modo, la víctima accederá con más facilidad a visibilizar su situación.

Para terminar, les invitamos a reflexionar sobre lo difícil que es ganar cualquier batalla si desconocemos la psicología de nuestro enemigo. Y en esta batalla nos hemos equivocado de enemigo, que no es tanto la persona como un cúmulo de anomalías psicológicas que habitan en su cabeza. Si además, olvidamos que esas personas también tienen un lado bueno, el lado del que se enamoran las maltratadas, estamos combatiendo desarmados y desorientados en esta guerra. Al maltratador hay que presuponerle un lado bueno, no por compasión, sino por inteligencia y prudencia, porque si no contamos con él, desconocemos su psicología y por tanto, no podemos diseñar protocolos de seguridad eficaces, ni leyes ni propagandas capaces de interpelarlo, pero tampoco nos entenderemos con la maltratada, a la que tratamos de estúpida por enamorarse de un monstruo. Ahora mismo se están dando palos de ciego porque ni hablamos el lenguaje de la maltratada ni del maltratador. Y pasará lo de siempre: que dejamos sin freno la ley interior del agresor que le lleva a castigar lo que su criterio paranoico considera malo, primero a su pareja y después a sí mismo, una vez comprende, con su lado bueno, la barbaridad que ha hecho.