jueves, 11 de diciembre de 2008

El reto de la Psicología


¿Y si no es el machismo? ¿Y si no es el alcohol? ¿Y si no es, siquiera, un problema de educación? Por una parte, el machismo no explica la existencia de mujeres maltratadoras o el maltrato entre homosexuales. Por otra, el alcoholismo no explicaría un fenómeno que se da aún sin la presencia del alcohol en la mitad de los casos. Y por último, la falta de educación no explica que haya agresores jueces, ingenieros, abogados, maestros, médicos o policías entre los que, incluso, alguno impartió charlas sobre violencia contra la mujer antes de asesinar a su ex pareja y suicidarse. ¿Qué ocurre? ¿Cuál es el eslabón que se nos escapa en todo esto? No es mi intención polemizar gratuitamente, mucho menos con este tema, pero tengo razones para pensar y afirmar que al verdadero enemigo en esta lucha estamos volviéndolo invisible a fuerza de posturas correctas y sentimentalismo barato. Porque me he pasado 8 años buscando las razones médicas y científicas que fundamentan la afirmación de que el maltratador no es un enfermo y no he encontrado una sola explicación convincente, más que el simple hecho de que sus síntomas no encajen con ninguna enfermedad del diccionario. Resulta que con todo lo que hemos avanzado en el siglo XX, el siglo en que nació la psicología, no hay especialista que se atreva siquiera a sugerir que todavía puedan existir trastornos no diagnosticados. Se siguen descubriendo especies de fauna y flora no clasificadas gracias al esfuerzo y la pasión que en ello ponen los especialistas de una disciplina con más de veinte siglos de antigüedad. Y sin embargo, en la gran selva del cerebro humano y sus enfermedades, se ha dado todo por descubierto. Lo que me pregunto es por qué las maltratadas, las que conviven día a día y año tras año con el problema, afirman que su pareja es un enfermo, por qué le perdonan continuamente, por qué se resisten a odiarle o por qué le aman, a pesar de todo. Y también me pregunto por qué nadie las escucha, por qué las toman por desequilibradas, por criaturas débiles, manipulables y anuladas por no sé qué síndrome. ¿Tan descabellado resulta pensar que las víctimas tengan algo sensato que decir? ¿Y si tuvieran razón? ¿Y si los agresores y agresoras fueran afectados de una enfermedad que todavía no está en el diccionario? Señores, si hay una disciplina en la que no se ha dicho todo, en la que queda mucho por investigar y descubrir, esa es la psicología. Por tanto, ninguno de los millones de psicólogos que salen de nuestras facultades debería dormir tranquilo mientras sigan muriendo mujeres a manos de una supuesta enfermedad que nadie investiga, pensando que ya está todo descubierto y que basta con aprender y combinar las fórmulas de los psicoanalistas y conductistas para convencer a unos cuantos ilusos de que merecen los 50 euros que les cobran por una hora de consejos y divagaciones. Pues miren, si hay alguien a quien debemos escuchar y creer es a quienes mueren en su batalla por salvar al enfermo que nadie ve, que nadie quiere ver. Seguramente porque nos duele admitir que algo de su trastorno vive en nosotros, algo que nos acusa constantemente y nos recuerda los traumas que sufrimos o causamos siendo hijos o padres. Sin embargo, hasta que no llegue el día en que decidamos mirar de frente el problema, admitir que puede existir un trastorno de cuyo origen y desarrollo somos todos responsables, de que la intuición de la mujer no ha perdido su genuino potencial incluso bajo los golpes de un maltratador, no encontraremos la respuesta. Y para ello sólo necesitamos la pasión de un explorador, la curiosidad de un arqueólogo o el ansia de un biólogo arrebatado por la esperanza de descubrir algo nuevo, porque sólo así abriremos, sin complejos ni quejas vanas, las puertas a un futuro sin violencia.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Nace un sueño

La Asociación VISC (Vive Sin Celos) es una entidad sin ánimo de lucro que ha nacido con la vocación de salvar vidas de las garras de la violencia de pareja. Mientras otras instituciones se centran en modificar el contexto sociológico que rodea a este fenómeno, VISC se ha fundado para combatir el contexto psicológico que genera al futuro maltratador, así como para investigar y pedir terapias que lo rehabiliten eficazmente. Pero no sólo al maltratador varón, sino también a la maltratadora mujer, pues la teoría en que se fundamentan nuestros objetivos argumenta que tanto el agresor como la agresora deben su comportamiento a un trastorno de la personalidad no diagnosticado todavía. Dicho trastorno tiene como síntoma más representativo los celos patológicos, de modo que sus afectados no actúan movidos, necesariamente, por una ideología machista, por unas circunstancias socioeconómicas particulares o por una cultura determinada, pero tampoco lo hacen en función de su sexo u orientación sexual. En VISC sabemos que maltratadores hay en todos los ámbitos, de todos los tipos y de cualquier sexo. Y esta realidad se sostiene, inexcusablemente, bajo la idea de que en el fenómeno de la violencia doméstica, “el machismo no es el problema”. Este es, de hecho, el título del trabajo de investigación que nos alienta, escrito por la investigadora Araceli Santalla. Porque siendo el machismo una lacra lamentable y peligrosa que debe eliminarse, pensamos sin embargo, que no basta por sí sola para explicar un fenómeno tan complejo en el que pueden participar, como agentes agresores, tanto hombres como mujeres y homosexuales. Y lo que todos ellos tienen en común no es el machismo, obviamente. Pero sí puede ser un trastorno de la personalidad originado en su infancia a partir de unas variables educacionales y afectivas concretas que Santalla describe muy bien en su obra. La confianza que tenemos en lo razonable de esta teoría y sus valiosas aplicaciones en la lucha contra la violencia de pareja, justifica nuestro reclamo final de que se desarrollen y pongan al alcance de todo el mundo las terapias derivadas de ella.

Los fines de la asociación son, por tanto, los siguientes:

1) Alentar el reconocimiento de su peligrosidad y la investigación de los celos patológicos agresivos como síntoma principal de un trastorno de la personalidad no diagnosticado todavía, protagonista en el fenómeno de la violencia de pareja ejercida por hombres y mujeres.
2) Asignar un nombre al trastorno que contemple su origen, sus particulares síntomas y sus posibles tipologías, para reclamar que sea incluido en el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
3) Informar y concienciar a los afectados y a sus familiares acerca del funcionamiento de este trastorno, como causante de sus ataques de ira, con el fin de que aprendan a manejar correctamente los síntomas más peligrosos.
4) Informar a autoridades, instituciones y especialistas sobre la posible presencia de este trastorno en muchas realidades de violencia de pareja, y la necesidad de desarrollar terapias eficaces como otra vía de combate contra esa lacra universal.
5) Alentar la creación de centros específicos para esta clase de enfermos que sirvan para la investigación de su trastorno y la práctica de terapias.
6) Proponer un cambio de orientación de los protocolos de intervención con personas maltratadoras y personas maltratadas en función de las teorías psicológicas que contemplan la posibilidad de que los agresores padezcan un trastorno de personalidad no diagnosticado oficialmente, con el fin de evitar, con una terapia integral y efectiva, la reincidencia de ambos en sus patrones de conducta habituales e impedir así más muertes.

Y para el cumplimiento de sus fines la asociación podrá realizar las siguientes actividades y/o actuaciones:

1) Reclamar, mediante cartas, e-mails, concentraciones o entrevistas en los medios de comunicación, presupuestos para la investigación específica de la enfermedad del maltratador.
2) Recoger testimonios de afectados que ilustren el deterioro que esta enfermedad produce en su salud y su entorno para reforzar nuestra petición de que este trastorno se combata con mayor seriedad, como se hace con otras enfermedades.
3) Realizar encuentros virtuales de los socios, afectados y simpatizantes del proyecto en todo el mundo para compartir sugerencias, ideas, experiencias, preocupaciones o consultas (conseguir promoción para crear y mantener una web que incluya un foro con el mismo fin).
4) Promover la sensibilización acerca de este trastorno mediante charlas en cualquier lugar que lo requiera.
5) Disponer de un fondo de afectados dispuestos a participar voluntariamente en la investigación del trastorno.
6) Crear sedes o centros de información acerca de este problema donde los afectados y familiares puedan acudir a recibir orientación.
7) Impartir cursos a profesionales y estudiantes sobre la enfermedad del maltratador, según el enfoque santallista.
8) Realizar voluntariado en casas de acogida y cárceles para orientar a los afectados por este fenómeno y otorgarles recursos con que enfrentarlo mejor.